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INFORME: Dirigentes sindicales a pesar de las adversidades

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3 diciembre, 2014Las mujeres sindicalistas que trabajan en áreas tradicionalmente dominadas por hombres sufren discriminación en muchos niveles: discriminación por ser minorías en el trabajo; discriminación por ser sindicalistas; y discriminación dentro de su propio sindicato por ser mujer. Además de eso, las mujeres en América Latina viven en una sociedad predominantemente patriarcal.

INFORME

REGION: América Latina

TEXTO: Leonie Guguen

A pesar de esto, las mujeres han logrado llegar al tope de la pirámide sindical dominada por hombres en América Latina. Cuatro dirigentes sindicales de Brasil, Chile, Colombia y la República Dominicana son prueba de que las mujeres son capaces de encabezar los sindicatos a pesar de enfrentar muchos obstáculos.

“Quería luchar contra la injusticia y la falta de democracia en el lugar de trabajo”, dice Lucineide Varjão, Presidenta del sindicato de trabajadores de la química de Brasil y de la CNQ-CUT, organización afiliada a IndustriALL Global Union, refiriéndose a su decisión de participar activamente en su sindicato. “Las empresas ponen las reglas, exigen, y castigan a los trabajadores y trabajadoras que, a criterio empresarial, no cumplen con las normas que han establecido”.

Originalmente, Varjão se formó como asistente social; comenzó su vida laboral como trabajadora doméstica en una fábrica de explosivos en San Pablo. La primera vez que conoció discriminación antisindical fue cuando fue despedida por haber participado en una huelga de 11 días que logró importantes victorias para los trabajadores. Después de trasladarse a una empresa de plásticos en San Pablo, empezó a participar en las actividades de la CNQ-CUT, convirtiéndose muy pronto en miembro del comité ejecutivo del sindicato, y ocupando varios cargos en ese sindicato antes de convertirse, el año pasado, en Presidenta de esa organización.

Sin embargo, Varjão ha tenido que emprender una dura lucha para alcanzar este éxito.

“Lamentablemente, siempre he tenido que enfrentar discriminación y prejuicios, tanto en el trabajo como en el movimiento sindical. Si Ud. es una mujer, y si tiene hijos, será víctima de diversos tipos de prejuicios. Algunas empresas prefieren emplear hombres, ya que no pueden quedar embarazados y no tendrán que pedir licencia de maternidad. No cabe duda que esto limita enormemente las oportunidades y el desarrollo profesional de las mujeres trabajadoras”.

En los sindicatos, el machismo forma parte de la discriminación de género que está muy arraigada en muchos países latinoamericanos.

“La cultura machista profundamente arraigada en la sociedad brasileña impone normas que crean obstáculos para las mujeres. Las mujeres constantemente tienen que demostrar que son capaces de asumir un papel de liderazgo en los sindicatos o en cualquier otra institución. Hay que luchar diariamente para superar esta cultura.

“Vivimos en una sociedad patriarcal que cree que las mujeres son incapaces de tomar decisiones sobre su propia vida y de asumir responsabilidades en la vida pública. Día tras día, esta actitud impone el papel que han de desempeñar el hombre y la mujer en la sociedad. ¡El gran desafío que enfrentamos es cambiar esta mentalidad y estas prácticas, para que la gente se dé cuenta que el lugar de la mujer está en todas partes!”

Enfrentando el machismo

Varjão señala que existe machismo en el movimiento sindical, pero se disimula mejor que en otras partes: “Las mujeres tienen que comprobar una y otra vez que tienen capacidad y formación para asumir roles políticos; en este sentido, es mucho menor la presión que se ejerce sobre los hombres”.

Por otra parte, Erica Hidalgo, Vicepresidenta del sindicato de los trabajadores chilenos en Enap Magallanes, una empresa estatal de energía, se refiere a una experiencia semejante:

“En general”, dijo Hidalgo, “los hombres tratan de impedir que las mujeres se presenten como candidatas en elecciones para optar a cargos de dirigentes sindicales. O si las mujeres salen elegidas, los hombres cierran filas para evitar que las mujeres sean nombradas para puestos de alto nivel”. Hidalgo es también Secretaria Nacional de FENATRAPECH, organización sindical chilena afiliada a IndustriALL. FENATRAPECH representa a los trabajadores del petróleo e industrias relacionadas.

“Al principio, cuando llegué a ser dirigente”, continuó diciendo, “sufrí mucha discriminación por parte de mis compañeros. Con tiempo, paciencia y conocimientos, logré reafirmar poco a poco mi posición, y al final conseguí que me aceptaran.

La dirigente sindical, Claudia Blanco, es la única mujer maquinista operadora de trenes que trabaja en la minería de carbón de Prodeco, filial de Glencore en Colombia. Ella es responsable del transporte del carbón, mercancías y pasajeros; confirmó que inicialmente, en su caso, la discriminación en su contra provino de sus propios colegas. Afirmó:

“Mucha gente no creía que yo fuera capaz de hacer el trabajo de maquinista, pero cuando vieron que yo trabajaba duro y que me dedicaba al trabajo, se dieron cuenta de que las mujeres somos personas capaces y que también podemos desempeñar un papel en el sindicato, a pesar del machismo, que es muy extendido”.

Los compañeros de trabajo, todos hombres, le animaron a Blanco para llegar a ser Presidenta de la Seccional Ciénaga de SINTRACARBON, afiliado colombiano de IndustriALL en el sector de la minería del carbón.

Al ver las injusticias y abusos en Prodeco, me di cuenta de lo importante que era el sindicato”, explica Blanco. “Es un arma que los trabajadores pueden utilizar para hacer frente a la empresa y detener sus abusos. Prodeco es muy antisindical, tiene fuertes políticas antisindicales, y viola descaradamente los derechos de los trabajadores. Así que nuestra seccional sindical enfrenta el reto constante de defenderse de estos ataques empresariales.

A pesar de ser acosada en el trabajo e intimidada por sus jefes, Blanco ha sabido lograr avances significativos para sus compañeros de trabajo.

“Hemos logrado la reincorporación de varios colegas, evitándoles caer en sanciones. También hemos logrado mayor respeto por los derechos de los trabajadores. Nuestros colegas pueden hablar con la administración de la empresa, sin temor, ya que saben que tienen el apoyo del sindicato”, dice Blanco.

Como Secretaria General del sindicato textil, Futurazona-CTU, Mayra Jiménez ha realizado un papel clave, encabezando un cambio profundo de las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras de la confección de la República Dominicana, donde este sector alguna vez estuvo dominado por el trabajo infantil.

Cuando Jiménez tenía 14 años, comenzó a trabajar en una fábrica textil de una empresa con sede en Corea. La compañía empleaba a 1.200 niñas, todas las cuales tenían entre 13 y 17 años de edad. Cuando tenía apenas 15 años, se puso a organizar en secreto a sus compañeras de trabajo, y ya a los 16 años era dirigente de un sindicato no oficial que representaba a unos 20.000 trabajadores y trabajadoras de la zona industrial. Casi todos los demás dirigentes sindicales eran hombres.

“Habíamos creado un sindicato”, dice Jiménez, “pero no fue reconocido por el Ministerio de Trabajo. No pudimos realizar labores de sindicalización en la empresa, como se exigía legalmente, porque nos habrían despedido a todos”.

En 1989, se produjo una situación decisiva, cuando una colega embarazada y activista sindical, Rafaella Rodríguez, perdió a su bebé después de haber sido golpeada al enfrentar a la administración en otra fábrica de prendas de vestir de propiedad coreana. “Todos los trabajadores estábamos indignados”, señala Jiménez. “Informamos a nivel internacional sobre el incidente, y gracias a la presión que ejercimos, logramos que se modificara el código de trabajo”. Dicho código se había establecido mientras el país estaba todavía bajo una dictadura, y fue cambiado en 1992.

“Desde un principio, vi resultados muy positivos. Me di cuenta de cómo una lucha para enfrentar los abusos de la empresa podía conllevar a mejoras para los trabajadores en todo el mundo; conseguimos una modificación del código que nunca habíamos creído posible”.

Jiménez, quien ya se ha recibido como abogada, dice que si bien ahora ya no hay niñas menores de edad trabajando en las fábricas de confección, muchos de los avances que han conseguido tienen que ver con la jornada de trabajo; en la actualidad, el sector patronal ataca los derechos de maternidad:

“Después de 22 años, todavía estamos luchando muy duro porque las empresas, apoyadas por el gobierno, están proponiendo un cambio en el código de trabajo de tal manera que las trabajadoras pueden perder sus derechos por los cuales han luchado con tanto empeño”.

“Quieren despedir a las mujeres si quedan embarazadas, lo cual es una gran agresión en términos de derechos reproductivos y familiares”, señala Jiménez. Dice que las empresas quieren contratar a personas más jóvenes con menos derechos y sin seguridad social ni indemnización.

Participación

Jiménez tiene mucha claridad al aconsejar a las mujeres que desean participar en los sindicatos. “La mejor vía de aprender a ser dirigente es a través de la participación. Un sindicato es una gran escuela”.

Varjão, dirigente sindical brasileña, ha manifestado estar de acuerdo con el planteamiento de Jiménez, al expresar lo siguiente:

“¡Hay que participar! No esperar a que otras personas lo hagan por usted. Los sindicatos son herramientas para desarrollar una sociedad más igualitaria; no podemos esperar y esperar para que las cosas se resuelvan solas. Cada una de nosotras debe poner de su parte, sea en el sindicato, en el barrio donde vivimos, en la escuela donde estudiamos o en el lugar de trabajo; es decir, en todas las áreas de la vida donde tengamos participación activa.

“Las mujeres siempre debemos tratar de ayudar a las demás y demostrar solidaridad mutua, porque tenemos que actuar como grupo conjunto en la batalla contra esta sociedad patriarcal. Tenemos un dicho que señala que la historia de una mujer es la historia de todas; es esta situación semejante que nos une y nos fortalece”.

Los afiliados sindicales de América Latina están encabezando una campaña para lograr que las mujeres constituyan un 40% en el Comité Ejecutivo de IndustriALL.

“Nuestra región fue la primera en decidir que debíamos promover esta iniciativa. Si no se aplica esta política de manera clara y efectiva, la situación se va a tornar muy difícil”, señaló Jiménez, explicando que las estructuras y objetivos sindicales tienen que corresponder con los proyectos y necesidades específicas de las mujeres. “Las mujeres necesitan sentir que el sindicato lucha por mejorar su calidad de vida, además de mejorar su sueldo y condiciones de trabajo”.

Paridad

Por otra parte, Hidalgo explicó que la igualdad de representación en la dirigencia sindical debe existir incluso cuando la mayoría de los miembros afiliados son hombres: “Sólo las mujeres pueden conocer las necesidades de otras mujeres. Hay un largo camino por recorrer antes de que los hombres entiendan nuestras necesidades reales y nos consideren como iguales. No podemos cambiar las cosas a menos que logremos igualdad a nivel de dirigencia.

Varjão opina que la participación igualitaria de mujeres y hombres no puede expresarse simplemente en términos de un número o un porcentaje: “La paridad no es sólo un número, es una política para el fortalecimiento y fomento de la participación igualitaria de las mujeres en los sindicatos. Además, representa el derecho democrático inalienable de las mujeres de poder participar en condiciones de igualdad.

No es natural que los hombres predominen a nivel de la dirigencia, en los órganos de decisión y en los centros de poder. La paridad es una manera de cambiar esta situación, procurando la presencia de una ‘masa crítica’ de mujeres en estas estructuras. Para establecer paridad, hay que cambiar las estructuras de poder y democratizar las prácticas políticas,

terminó diciendo Varjão.

Medidas prácticas

Hay muchas medidas prácticas que se pueden tomar para ayudar a las mujeres. Hidalgo recomienda que se realice la formación sindical de las mujeres junto a los hombres. Jiménez, en cambio, opina que los sindicatos tienen que cambiar de actitud: “Parece que todos los sindicatos suponen que las cuestiones familiares y de cuidado de los niños son responsabilidad de las mujeres; esta suposición limita enormemente la participación de la mujer”.

Por su lado, Varjão recomienda que los sindicatos cambien la hora de las reuniones, incluidas las reuniones de masas, para permitir que más mujeres puedan participar en las mismas, y en las actividades sindicales en general.

Exhortó a que las mujeres sean “firmes y enérgicas; que no se desanimen ni se dejen intimidar por la discriminación y los prejuicios. Es importante que las mujeres en cargos como dirigentes sindicales eviten repetir las acciones y prácticas propias de los hombres. Deben establecer otro patrón de comportamiento basado en la solidaridad, el compañerismo y la descentralización del poder, a fin de promover una mayor participación de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad, en el lugar de trabajo y en el movimiento sindical”.