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Trabajadores petroleros en el cruce entre los aranceles, la IA, la política climática y las tensiones globales

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7 agosto, 2025En Pittsburgh, del 4 al 7 de agosto de 2025, United Steelworkers, un sindicato afiliado a IndustriALL, reunió a más de 200 delegados de refinerías, oleoductos y plantas químicas de todo Estados Unidos para celebrar la Conferencia Nacional de Negociación del Petróleo (NOBC, por sus siglas en inglés). Este evento, que se celebra cada dos años, sienta las bases para las negociaciones a nivel nacional en el sector petrolero. Sin embargo, en la reunión de este año, quedó claro que las fuerzas que dirigen las negociaciones y el futuro de los puestos de trabajo son cada vez más globales, tecnológicas e impredecibles.

Un modelo coordinado de negociación

El Programa Nacional de Negociación del Sector Petrolero, establecido en 1965, es un ejemplo único de coordinación sindical estructurada. Reúne a las unidades de negociación para alinear los plazos de los contratos y crear una plataforma común. Las propuestas de los consejos locales son revisadas y consolidadas por un Comité Nacional de Política de base, que luego entra en negociaciones con Marathon Petroleum, el principal empleador.

Una vez alcanzado un acuerdo nacional, este se convierte en la norma para todas las empresas participantes y establece un estándar mínimo en todo el sector. Este enfoque estructurado evita la fragmentación y fortalece el poder de negociación.

Mike Smith (USW) dirigiéndose a la conferencia (NOBC)

“Su presencia aquí es una inversión en nuestro futuro. El tiempo que pasamos juntos, intercambiando estrategias y fortaleciendo la solidaridad, determinará la fuerza con la que abordaremos las negociaciones”,

expresó Mike Smith, presidente del Programa Nacional de Negociación del Sector Petrolero.

La fuerza del programa radica en la unidad y la sincronización, lo que garantiza que las empresas no puedan enfrentar a los trabajadores o los lugares de trabajo entre sí. Aunque este modelo es específico de los Estados Unidos, su principio subyacente, la construcción del poder colectivo a través de la coordinación, ofrece lecciones para los sindicatos de todo el mundo.

Presiones globales sobre las negociaciones nacionales

El contexto de la conferencia de 2025 estuvo marcado por una sensación generalizada de incertidumbre. Durante la sesión inaugural, los dirigentes sindicales destacaron los principales retos a los que se enfrenta el sector, entre ellos el recorte de las inversiones prometidas en tecnologías energéticas del futuro, como el hidrógeno y la captura de carbono, el aumento de la inflación, los aranceles y la inestabilidad internacional. Estos factores ya están llevando a muchas empresas a retrasar o reducir la inversión en sus operaciones, a pesar de la rentabilidad sostenida del sector de la refinería. Se instó a los delegados a tener en cuenta estas dinámicas mientras se preparan para la próxima ronda de negociaciones.

“Se han cancelado muchos fondos… el mercado global es una incógnita”,

afirmó Smith.

Gran parte de esta inestabilidad se debe al cambio en la política energética federal de Estados Unidos entre las distintas administraciones. Bajo el mandato del presidente Biden, el sector recibió importantes inversiones relacionadas con la expansión de las energías limpias y la transición industrial. Sin embargo, ante el cambio de clima político y las expectativas de desregulación con el regreso de Trump al poder, muchas empresas han retirado fondos o congelado sus proyectos. Ahora, los trabajadores se ven atrapados entre dos visiones contrapuestas del futuro energético, sin apenas voz ni voto en ninguna de ellas.

Los delegados también expresaron su preocupación por el aumento de los costos de la atención médica, la inflación, las indemnizaciones por despido, la seguridad de la jubilación y la estabilidad laboral, temas que serán fundamentales en las negociaciones que comenzarán en enero de 2026.

En un sector que sigue lidiando con la inestabilidad posterior a la COVID, es evidente que la volatilidad económica y política se está trasladando a los trabajadores. La pregunta fundamental de las negociaciones de este año es: ¿quién paga el precio cuando las empresas energéticas cambian sus prioridades?

Tecnología y exclusión de la transición

A medida que evoluciona la industria, también lo hacen las amenazas, y no son solo económicas. Diana Junquera Curiel, directora del sector energético y Transición Justa de IndustriALL, abordó los crecientes riesgos de que los trabajadores queden excluidos de las decisiones clave sobre la transición energética y el cambio tecnológico. Advirtió que la IA, la desregulación y los acuerdos comerciales emergentes están remodelando el sector a un ritmo vertiginoso.

Diane Junquera-Curiel dirigiéndose a la NOBC en Pittsburgh

“Las empresas energéticas ya están utilizando la IA en sus procesos. He analizado los riesgos y oportunidades de la IA en el sector. Los sindicatos deben estar presentes en las negociaciones sobre las transiciones tecnológicas”,

señaló Junquera Curiel.

En todo el sector petrolero, se está utilizando cada vez más la IA para el mantenimiento predictivo, la automatización de procesos e incluso la supervisión de la seguridad. Si bien estas tecnologías pueden mejorar la eficiencia, también plantean amenazas graves para la seguridad laboral, los requisitos en materia de competencias y la supervisión, especialmente cuando se introducen sin la participación de los trabajadores ni negociación.

Junquera Curiel hizo hincapié en que los resultados en los Estados Unidos tienen implicaciones globales:

“Sus batallas y negociaciones aquí en Estados Unidos no se quedan solo en Texas, California o Pensilvania. Se extienden a otros continentes y dan forma a la realidad de los trabajadores del sector petrolero en el Reino Unido, Nigeria, México y otros países”. 

Los resultados de las negociaciones nacionales en Estados Unidos suelen sentar precedentes que las empresas reflejan en otras partes del mundo. Cuando las multinacionales con sede en este país negocian los salarios, las normas de seguridad o las indemnizaciones por despido a nivel nacional, suelen influir en lo que se ofrece o se rechaza en las empresas que operan o contratan en el sur global. Además, las cadenas de suministro mundiales están estrechamente interconectadas; si las refinerías estadounidenses se enfrentan a conflictos laborales o consiguen mejoras que aumentan los costos, esos efectos suelen repercutir en los trabajadores de las operaciones externalizadas o subcontratadas en el extranjero. Para los sindicatos de países donde la legislación laboral es más débil o la densidad sindical es menor, las victorias de los sindicatos estadounidenses pueden suponer una ventaja o ejercer presión sobre ellos para que defiendan sus logros. Por este motivo, la coordinación y la solidaridad a nivel mundial siguen siendo esenciales.

Seguridad, reconocimiento y resiliencia

La vicepresidenta internacional del USW y vicepresidenta de IndustriALL, Roxanne Brown, advirtió sobre los recortes en instituciones clave en materia de seguridad, como la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) y el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH), que limitarían las inspecciones y debilitarían la aplicación de la ley. Esto pondría a los trabajadores en mayor riesgo.

Roxanne Brown, vicepresidenta del USW e IndustriALL, dirigiéndose a la NOBC

“Gracias, trabajadores del petróleo, por todo lo que hacen cada día, ustedes son los héroes anónimos que mantienen este país en marcha. Desde la energía que alimenta nuestros hogares hasta los materiales de los productos cotidianos, su trabajo afecta a la vida de todos los estadounidenses, y ya es hora de que la nación lo reconozca”,

expresó Brown.

Los delegados afirmaron que la salud y la seguridad deben seguir siendo una prioridad en la mesa de negociaciones.

Con una supervisión reducida y una automatización cada vez mayor, se espera que los trabajadores controlen cada vez más su propia seguridad en entornos de alto riesgo. Por lo tanto, reforzar los términos relativos a la seguridad en los convenios colectivos no solo es una medida protectora, sino que es esencial.

Perspectivas internacionales y retos compartidos

La conferencia también contó con la presencia de dirigentes sindicales internacionales, que aportaron perspectivas críticas sobre el panorama energético mundial.

Frode Alfheim (Styrke) dirigiéndose a la NOBC

Frode Alfheim, presidente del sindicato noruego Styrke (antes Industri Energi), destacó el poder de la alta densidad sindical en el sector del petróleo y el gas de Noruega y su papel fundamental en la seguridad energética de toda Europa.

“En la plataforma continental noruega, alrededor del 90 % de los trabajadores están afiliados a sindicatos, un nivel de fuerza y unidad poco común en el mundo. Esa fuerza debe trasladarse al escenario mundial, porque los retos a los que nos enfrentamos no se detienen en las fronteras nacionales”.

Leer más sobre el papel de Noruega en la garantía de una transición energética justa.

Tanto en el sur global como en los países productores más consolidados, los trabajadores se enfrentan a protecciones desiguales, a la inseguridad laboral y a la exclusión del proceso de planificación de la transición. Estos retos compartidos exigen respuestas coordinadas.

En Nigeria, la precarización laboral es generalizada: muchos trabajadores del sector petrolero son contratados como trabajadores temporales, a menudo con salarios más bajos, sin prestaciones y sin representación sindical. Esta precariedad estructural los excluye de una participación significativa en la transición energética y socava la seguridad y el desarrollo de sus competencias.

En México, mientras que muchos trabajadores de la empresa estatal Pemex se benefician de la representación sindical, las empresas internacionales suelen recurrir a contratos de corta duración que no ofrecen protecciones. Este sistema dual genera graves disparidades en los salarios, la capacitación y las perspectivas profesionales a largo plazo dentro del mismo sector.

En el Reino Unido y en la zona escocesa del Mar del Norte, la transición se caracteriza por la reducción de personal, la falta de inversión y la incertidumbre. Se prevé que la mano de obra se reduzca de 115.000 a solo 57.000 personas a principios de la década de 2030. La política fiscal restrictiva, los marcos de planificación poco claros y la falta de nuevos proyectos están expulsando a los profesionales calificados del sector y, a menudo, del país.

Estos casos reflejan una tendencia más amplia:

  • La retención y la contratación son retos cada vez mayores. A medida que los cambios tecnológicos transforman el sector, muchas empresas tienen dificultades para atraer y retener a los profesionales calificados.
  • Están surgiendo desequilibrios demográficos. En el Reino Unido, por ejemplo, el 41 % de los trabajadores del sector petrolero tienen más de 50 años, mientras que solo el 12 % tienen menos de 30. Las mujeres siguen estando infrarrepresentadas, con solo un 14 %, muy por debajo de otras industrias.
  • La volatilidad del mercado, impulsada por la inestabilidad geopolítica, los cambios normativos y la fluctuación de los precios del petróleo, sigue erosionando la estabilidad laboral en todas las regiones.

Estos no son problemas nacionales aislados, son síntomas de un modelo energético global en transición que carece de una dimensión social coherente. Los testimonios recogidos en Pittsburgh nos recuerdan que cualquier avance real debe situar a los trabajadores en el centro de la planificación de la transición, la inversión y la toma de decisiones.

El camino a seguir

A medida que los sistemas energéticos se transforman y la competencia mundial se intensifica, los trabajadores del sector petrolero se ven obligados a sufrir las consecuencias de decisiones en las que no han participado. Desde la IA y la política climática hasta los acuerdos comerciales y la desregulación, los sindicatos deben luchar para permanecer en el centro de estas transformaciones.

“Los sindicatos no están satisfechos con los esfuerzos realizados hasta ahora por las empresas energéticas. Las iniciativas climáticas y empresariales existentes no están obteniendo resultados suficientes”,

afirmó Junquera Curiel.

El modelo de negociación observado en Pittsburgh demuestra que la coordinación, la solidaridad y la preparación pueden generar un poder real. Si bien cada país se enfrenta a circunstancias únicas, el principio sigue siendo el mismo: los sindicatos fuertes y unidos son esenciales para garantizar un futuro energético justo y equitativo.

“La escala de su influencia es global, al igual que la responsabilidad que conlleva”,

concluyó Junquera Curiel.